viernes, 27 de febrero de 2015

SIN MIEDO, EL TOPO AVANZA.

¿Qué hacer en México?
por Julián Contreras Álvarez


En el marco de las movilizaciones por Ayotzinapa, el incremento de la represión contra los movimientos sociales, implementada por el Estado Criminal y Dictatorial Mexicano, tiene por objetivo el desmovilizar a partir del miedo. No obstante, esta brutal represión tiene una desventaja para ellos y es que desnuda su carácter de aparato defensor y consolidador de los intereses de la clase dominante detrás de la costra burocrática que les sirve de mascarada.

En este marco, el control ejercido por la burguesía desde los grandes medios de comunicación cumple la función de mantener al grueso de las clases explotadas bajo una versión manipulada de la realidad. Los hechos transmitidos con su carga despectiva de "violentos e irracionales" son empleados para responsabilizar, a todos los disidentes, del grave problema de inseguridad  y de crisis económica que vive el país. Esta  criminalización de la protesta social equipara a todo aquel que reivindique sus derechos sociales, demande justicia o verdad sobre sus desaparecidos, con un supuesto crimen organizado o con un abstracto "terrorismo". Todos aquel que no acepte la política criminal de este gobierno, lacayo del imperialismo norteamericano, es un peligroso enemigo interno que "debe ser combatido y exterminado" en esta guerra contra el pueblo pobre que ellos llaman mentirosamente "guerra contra el crimen organizado".  

Las redes sociales han permitido a un sector medianamente ilustrado tener un acceso a la realidad menos mediatizada, lo que nos pone frente a un desarrollo muy desigual de consciencia sobre lo que acontece en las calles con respecto al resto de la población. En este escenario, los sectores conscientes de la agudización de la lucha de clases,  pueden caer en la desesperación ante una aparente indiferencia de las masas frente a la gravedad de lo que acontece y pretender avanzar a acciones más "contundentes"  que en última instancia facilitarían, como parece ser que pretenden, la implementación de su estrategia de guerra. Otros, desmoralizados, tal vez optarán por renunciar a la lucha militante, ante un supuesto pueblo que no se atreve a despertar a pesar de la brutal e inaceptable violencia estatal.

¿Qué hacer entonces? ¿Mantenernos estoicamente, en las calles simplemente resistiendo la represión, mientras esta es empleada, a través de la manipulación televisiva, para reforzar la criminalización de nuestro actuar político en las masas mediatizadas

Por supuesto que no.

La guerras, solía decir un camarada, las ganan los mirones. Convencer para estar en condiciones de vencer. Desenmascarar su estrategia de guerra es la base para poder sumar fuerzas dispuestas a detener esta política de muerte. De ahí que la lucha contra la militarización sea, a nuestro ver, la punta de lanza de la esperanza emancipatoria de nuestra clase ya que ubica de manera concreta el eje vertebrar que sostiene a este Estado Criminal. Ahí hay que golpear, las reformas estructurales, aunque no lo diga López Dóriga en horario estelar, se sostienen en las metralletas, tanques y helicópteros artillados que dicen estar en nuestras calles para "protegernos".  

Hoy más que nunca  es urgente  la más amplia unidad del movimiento, la intervención activa en campañas de contrainformación que detengan la instauración, por la vía militar, de las supuestas "verdades históricas".

No dejar las calles, denunciar abiertamente  la estrategia de guerra contra la población indefensa operada por este disfrazada Dictadura Militar, denunciar por todos los medios sus brutales crímenes, aprovechar cualquier espacio para agitar y contrainformar. mantener grupos organizados que incrementen el costo político de la represión, documentar los agravios contra nuestra clase, impulsar frentes de resistencia y de formación política con miras a construir lo que para muchos es todavía un tabú político: Los Partidos de Vanguardia Revolucionaria que puedan concentrar y organizar las fuerzas dispersas para poder plantearnos "tomar el cielo por asalto". 

Cuando matar en masa a la población, vía el sicariato,  se ha convertido en un macabro negocio acaparado en última instancia por la clase dominante, cuando los cuerpos de mujeres y niñas están siendo reducidos  sistemáticamente a mercancías en un creciente mercado negro sostenido por la impunidad y el impulso de los mercados "legales", cuando nuestros hijos son raptados sin piedad para el tráfico de órganos en el llamado "primer mundo" sin más justicia que un ataúd pagado por el departamento de Atención a Víctimas; la respuesta de los y las explotados y oprimidos no puede ser otra sino avanzar a la Revolución. 

Ante este hecho previsible y necesario, los sectores políticamente conscientes y con mayores experiencias organizativas y combativas, tiene la responsabilidad de estar listos, perfectamente preparados, para el gran "acontecimiento" que podrá  frenar a la barbarie de esta nuestra historia moderna.

En momentos tan obscuros y desesperanzadores las palabras del indomable Daniel Bensaïd nos vienen como anillo al dedo:

 Desde Shakespeare a nuestros días, pasando por Marx, el TOPO es la metáfora de lo que 
avanza obstinadamente, de las resistencias subterráneas y de las irrupciones súbitas y, muchas veces, inesperadas. Cavando con paciencia sus galerías en el espesor oscuro de la historia, surge en ocasiones a plena luz, en el destello solar de un acontecimiento. Él encarna el rechazo a resignarse a la idea de que la historia esté llegando a su fin.

SIN MIEDO, el topo avanza.