domingo, 6 de abril de 2014

Manifiesto contra la discriminación en Ciudad Juárez


Venimos hoy, como ciudadanas y ciudadanos de esta Nación, amparados por la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos, a manifestarnos de manera libre y pacífica como es nuestro derecho, consagrado en el artículo 9º.

En días pasados, un reportero de un periódico local escribió una nota, pero no la firmó. En esa nota aseguró que en este lugar se habían cometido actos inmorales y patéticos en contra de la familia. Nadie duda que toda sociedad requiere de la moral para existir, que las instituciones deben fomentar la moral, que toda persona debe ser moral y debe relacionarse moralmente con las demás personas porque sin moral no hay sociedad posible.

La moral no se puede encerrar en una lista de reglas. La moral se mide en términos de la relación que una persona tiene con las demás personas. Una persona que se cierra en sí misma, es inmoral. Una persona que pone sus convicciones, en materia de conducta, por encima de todas y todos y atropella los derechos de otras personas, es inmoral.

La realidad es compleja y conflictiva. Nada mejor que las diversidades para entender esto. Cada persona es libre y no se le puede sujetar. Es inmoral tratar de limitar las libertades de las personas. En este 2014 hay inquisidores, como los ha habido siempre y tal vez siempre los habrá. Suelen ser personas profundamente inmorales que pretenden, desde su inmoralidad, convertirse en jueces de toda la sociedad.

Quien se escandalizó porque hace un par de semanas dos muchachos se manifestaron públicamente su amor en este parque, es una persona inmoral. Las y los periodistas que se prestan para hacer resonancia de la intolerancia en lugar de apoyar las libertades, son inmorales. Las y los periodistas que escriben de manera violenta, no se responsabilizan de sus notas y escriben anónimamente, son inmorales… y patéticos.  

Ser periodista requiere conocer las leyes, entender los fenómenos sociales y comprometerse con las personas, en especial con los grupos más desprotegidos. El periodista no es prejuicioso, ni tampoco vocero de creencias personales. No es periodista el que promueve el odio. No es periodista: es un criminal en términos estrictamente legales. 

Los guardias de seguridad que insultan y agreden a personas que manifiestan su amor en este parque, son inmorales. Los guardias no son una autoridad, ni representan a la autoridad. Si alguno de ellos quiere llegar a ser autoridad, que se someta a un proceso electoral para ver si la ciudadanía lo acepta. Los guardias son ciudadanos trabajadores que deben velar por la seguridad de las personas. Son guardias de la seguridad de todos y de todas, no de su propia moralidad. 

Si un guardia ve que uno de sus compañeros o de sus compañeras, quien sea, o uno de sus jefes, insulta, agrede o violenta a una persona usuaria de este parque, debe hacer un arresto ciudadano y ponerlo a disposición de las autoridades. De no hacerlo así, se convierte en cómplice de un delito. 

A una persona usuaria de este parque se le puede detener solamente si comete un crimen contemplado en los códigos penales, o una falta administrativa contemplada en el bando de Policía y Buen Gobierno. En ese Bando, desde hace muchos años, no existen las faltas a la moral y las buenas costumbres. Se eliminó ese artículo porque se prestaba a inmoralidades de malos servidores públicos. Que dos personas se tomen de la mano, se abracen o se besen públicamente no es delito ni es, siquiera, una falta administrativa. No hay una sola razón para evitar esos actos.  

Hacemos un llamado a las autoridades para que se pronuncien por el respeto a los derechos humanos, dentro del ámbito de sus competencias y les recordamos que las autoridades municipales, estatales o federales que hemos elegido no son amas, sino servidoras de la ciudadanía. Esas autoridades no son soberanas. El artículo 39 de la Constitución es muy claro: “La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo”.

Detrás de estos ataques a la libertad, la seguridad y el derecho de las personas están fuerzas oscuras que muchas veces se parapetan detrás de creencias que llaman religiosas, pero ninguna religión predica el odio. Cuando alguien dice que su religión le llama a odiar, debe saber que eso no es una religión. Si alguien, en su iglesia,  tiene un líder homofóbico, debe saber que su líder no es una persona religiosa. Las religiones, todas, o son incluyentes o no son religiones. Quienes predican el odio no son religiosos. Son fanáticos.  

México es un Estado laico. Las creencias particulares de cada quien deben ser respetadas y defendidas. Cada persona tiene el derecho de creer o no creer. Cada persona tiene el derecho de vivir su fe como mejor le parezca, siempre y cuando no transgreda las leyes ni los derechos de los demás. Las creencias están protegidas por este Estado laico. Deben ser respetadas, pero no impuestas a las demás personas.

Hay una descomposición social, producto de la intolerancia, la discriminación y la violencia.  En toda sociedad, de lo que debemos cuidarnos es de la violencia, dondequiera que esté y como quiera que se manifieste. La violencia destruye todo lo que toca. En este momento hay tanta descomposición social que mucho nos preocupamos cuando los niños ven escenas de amor y no nos preocupamos cuando ven escenas violentas. Eso es parte de la descomposición de una sociedad.

La vida y todo lo que existe es diverso: No tenemos un mundo en blanco y negro, sino un mundo lleno de diversos colores. Desde el siglo pasado se ha venido dando un reconocimiento a las diversidades. Al día de hoy no solamente reconocemos, sino que entendemos como un bien la diversidad de razas y de religiones. La diversidad de culturas y de partidos políticos. La diversidad de ecosistemas y de paisajes. La diversidad de conocimientos y habilidades de las personas.

Hemos visto, en esta ciudad y en muchas otras, que cada vez que una diversidad es reconocida, salen de sus tumbas los inquisidores que quieren negar esa diversidad. Ayer, esos inquisidores quisieron quemar al astrónomo Galileo. Hoy, esos inquisidores provocan crímenes de odio contra personas a las que creen ver diferentes. Los inquisidores de hoy se esconden detrás de notas anónimas y de predicaciones malintencionadas. También esos personajes oscuros son diferentes. Nadie es igual a nadie. 

Esos inquisidores son personajes violentos que se oponen a los cambios porque quisieran que todas las personas vivieran  una vida frustrada como la que ellos han vivido. Son incapaces de vivir felizmente y no soportan que haya quien sea feliz. Odian la felicidad de otras personas pero se niegan a alcanzar la propia. Invitamos a todos esos personajes inmorales a que descubran la felicidad que se encuentra en la cercanía con las personas, en el respeto a las diferencias y en la construcción de una mejor sociedad.

No existe “la mujer”, sino diversidad de mujeres. No existe “el hombre”, sino diversidad de hombres. No existe “la familia”, sino las familias, todas diferentes. Tampoco existe una sexualidad, sino sexualidades diversas, tantas como personas, cada una con su sexualidad, así como es cada quien, ni mejor ni peor. No vamos a decir que la sexualidad del reportero o reportera que publicó tan lamentable nota es peor que la de cualquier ciudadano o ciudadana, pero tampoco es mejor. Es, simplemente, su manera de vivir su propia sexualidad. 

Estamos viviendo tiempos de cambio que hay que saber aprovechar en beneficio de todas y todos. Son tiempos de respeto a los derechos de las personas: derecho a la vida, derecho a la seguridad, derecho a la vida sexual, derecho a la vida afectiva. La ciudadanía no está dispuesta a dejarse pisotear, no está dispuesta a vivir lejos de la luz y en la vergüenza. Que se avergüencen los gobernantes, si son corruptos, que se avergüencen las personas inmorales, que se avergüencen las personas violentas que son quienes ponen en riesgo a la sociedad en su conjunto. 

El peligro no está en los besos, sino en los golpes; el peligro no está en los besos, sino  en la tortura, el peligro no está en los besos, sino en las desapariciones; el peligro no está en los besos, sino en los asaltos, en los disparos de armas de fuego. Que no nos vengan a decir que dos muchachos que se besan ponen en riesgo a la sociedad y que ellos, los que critican, los que violentan, la favorecen. Que no nos digan que su moral es superior a la moral de otros. Más bien su moral es inferior. La moral está en el amor a las personas, no en la agresión. El amor construye, la violencia destruye.

Que no nos vengan a decir que la cobardía que se escuda detrás de un periódico, en una nota anónima, es el futuro que quieren para Ciudad Juárez. Que no nos vengan a decir que sus “buenas costumbres” es el futuro que quieren para esta ciudad. El único futuro posible para Ciudad Juárez no está en las leyendas antiguas llenas de miedo. El futuro está en una sociedad incluyente que no se vuelva contra sí misma, que ubique los verdaderos peligros y los resuelva. 

No está el futuro de Ciudad Juárez en crear chivos expiatorios a partir de dos personas jóvenes que se aman o de un payaso que hace su trabajo divirtiendo a las familias en un parque público. Que no traten de distraernos con sus amargos sermones. Basta de criminalizar a las personas jóvenes y a quienes viven una sexualidad no convencional. ¡Basta de criminalizar a los pobres!

No hay un sabor de helado, sino muchos sabores. No hay una sola fruta, sino muchas frutas. Todas respetables. La ciudadanía responsable no acepta imposiciones. Ciudad Juárez requiere un compromiso con la paz, la unidad, la hermandad, donde lo centralmente importante sea la persona y no las creencias de algunas personas. Los abrazos unen familias, las caricias fortalecen a las familias. Los besos no destruyen, sino construyen, familias. El amor no destruye. La auténtica amenaza para las familias, todas, viene de la violencia, no de los besos.

El avance que ha tenido México en los últimos años pone en manos de ciudadanos y ciudadanas instrumentos legales para proceder, desde el legítimo derecho, en la defensa de la democracia. La ciudadanía habrá de tomar cartas en materia de derechos humanos. Las plazas, los parques y todos los lugares públicos  no son de unos cuantos; son de todas las personas porque se han pagado con los dineros de todos y de todas. Que cada quien los disfrute a su manera sin estorbar el disfrute de los demás. 

La discriminación no es un problema de personas gays o lesbianas, o transgénero o transexuales; ni de personas bisexuales o heterosexuales. Tampoco es un problema de personas masculinas o femeninas. La discriminación afecta a todos y a todas. Cuando se discrimina a una persona, a una sola, quien sea, se discrimina a todas las personas. Por eso estamos hoy, aquí, para exigir el cese a la discriminación y exigir la vigencia plena de los derechos humanos.

La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, los Tratados Internacionales en materia de derechos humanos, la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación, la Ley para Prevenir y Eliminar la Discriminación en el Estado de Chihuahua y el Código Penal del Estado de Chihuahua están de parte de las y los ciudadanos. Vamos a hacer valer esas leyes, en cada caso, y habremos de exigir al Poder Judicial su justa aplicación contra quienes discriminan.

Muchas gracias.

Programa Compañeros, A.C., Derechos Humanos Integrales en Acción (DHIA), A.C., Centro Humanístico de Estudios Relacionados con la Orientación Sexual (CHEROS), A.C., Centro de Orientación y Asesoría Sexual (CEORASEX), S.C., Movimiento Integración de la Diversidad (MovID), LGBT Sin Fronteras, Liga Socialista Revolucionaria (LSR), ciudadanos y ciudadanas independientes. 

Dado en Ciudad Juárez, Chihuahua, el domingo 6 de abril de 2014